jueves, 12 de marzo de 2015

Hoy no sólo fue día de pan

Dado que el tiempo mejora, porque hay sol, aunque amanezca helado, hoy, que es día de pan, tomé al toro por los cuernos y fui a traer tierra para unas macetas. Empecé por abrigarme bien, porque más temprano había salido a invitar a unos vecinos para que vengan el viernes (ya quedamos) y al regresar -y eso que traía mi abrigo y otras ropas que consideré suficientes- sentí frío. Ya el pan estaba a medias y entonces, revisando el FB encontré que Ángeles, mi amiga-sobrina-hermana-compañera, subió algo sobre permacultura. Empecé a revisar la página, busqué otras, hasta llegar a unos viejillos chilenos que viven en el bosque (cada uno por su lado) y son muy felices. 
     Entonces me dije: ahora es cuando y fue que empecé por abrigarme bien (ustedes perdonen la desviación, pero así fue la cosa). Me puse un chaleco y un chamarrón de Erik sobre lo que ya traía y así sí, cual frío; también guantes, no pueden faltar. Salí con una determinación inusitada, busqué la carretilla, una pala, un pico y ya me iba a arrancar, cuando me di cuenta de que la carretilla estaba ponchada. Y no sólo eso, la llanta, totalmente quebrada, pero me dije: nada me va a detener. Fui a la bodega-cochera y encontré una bomba para bicicleta, así que de inmediato salí, la conecté y a inflar; en tres patadas quedó lista. Empecé a caminar, muy feliz y después de unos 15 metros, la llanta ya estaba plana otra vez. Pues a regresarme por la bomba y, de paso, un sombrero, porque haría frío, pero el sol sí que estaba calador. Así que esto fue regresar a la casa, quitarme los tenis -porque han de saber que no se entra con zapatos a la casa, éstos se dejan en la entrada y ni modo- bajar por mi sombrerito de tela que fue el único que pude traerme y de regreso, ponerme los tenis, ponerme los guantes e ir por la bomba. La carretilla ya la había dejado enfrente, por un montículo de donde iba a sacar la tierra. Vean, más o menos ahí se ve, por donde está la casetita esa:


Y entonces primero llené la carretilla: aflojé la tierra con el pico, pero ni trabajo me costó, estaba muy reblandecida por tanta agua, así que muy rápido saqué la tierra que necesitaba. Volví a inflar la llanta y me regresé rápido para que aguantara el aire. 
     Dejé la carretilla ahí nada más y fui por las macetas para las cuales la quería. Hace unas semanas compramos unas plantitas de romero, albahaca y limonaria y me propuse plantarlas en macetas, pues estaban en las macetillas de plásticos en las que las venden, pero ya les hacía falta más espacio. Para eso quería la dicha tierra. 



Bien ponchada, pero nada me detuvo :-)


En eso sonó la alarma: ya era hora de poner a calentar el horno para el pan, así que otra vez para adentro, quitarme los tenis, prender el horno y volvérmelos a poner.
   Cuando salí, díjeme: de una vez, haz el hoyo de la composta y así fue. Y ahí estaba yo con mi hoyo, cuando sonó el reloj del horno, que ya estaba caliente. Y ahí voy a meter el pan: entrar, quitarme los tenis, bla, bla bla. He aquí el hoyo:





 He aquí mientras lo estaba haciendo. 


Los cartones eran para no aplastar la tierra y para no enfriarme las rodillas
y que tampoco me dolieran.

Aquí, las herramientas, Pensé que estaría más duro, pero es solamente arena.
Aquí está mi compostero.
Porque en esas estaba cuando sonó la alarma de que el pan ya lo tenía que voltear. Y hoy sí, nada de que se me olvidó quitarle el calor de arriba. Puse el horno como se debe y le puse el tiempo. Claro, antes, el ritual de quítate los tenis y después, ponte los tenis. ¡Ash! 
     Luego volvió a sonar el dicho horno: corre, quítate los tenis, ve a sacar el pan, voltearlo y ahora sí, ponle el calor de arriba, porque estaban descoloridísimos; ponte los tenis otra vez y ve a terminar. Y ya quedó. Luego ya trasplanté las hierbas:



Ya después lavé la carretilla y las macetitas y también los guantes. ¡Y suena de nuevo la alarma! Entra, quítate los tenis, corre a apagar el horno, regresa, ponte los tenis y a terminar. Todo salió muy bien y el pan quedó mejor. Fue la última quitada de tenis. ¡Uf!




Y ahora, a hacer la comida. Bueeeeeeno. ¡Abur!


6 comentarios:

  1. Uffff!!! Qué mujer tan ocupada! Me haces sentir una zángana total. Jejejejeje. Me da gusto que trabajes tanto y que hagas cosas tan productivas. Yo te cuento que fui a un taller de dibujo de tres horas. Dibujamos y dibujamos. Estuvo padre. Luego fuimos a ver una expo de una amiga en el Centro de Convenciones (el top del rancho). También estuvo padre. Más tarde volvimos a casa y mi esposo hizo pay de queso mientras yo me quedaba acostada viendo la tele, y mientras mi hija practicaba sumas y restas de dos cifras. El pay quedó delicioso, pero la niña no quedó tan bien preparada como si hubiera estudiado con su padre. En fin. Supongo que mi biorritmo no estaba en su máximo ayer. Seguiré tu ejemplo y me pondré a trabajar en la casa, que este trabajo no termina nunca!! Lo de la hortaliza suena súper interesante. También seguiré ese ejemplo. Abrazos mujer ocupada! Sigue feliz y sigue escribiendo que me motivas a abandonar la zanganería :)

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    1. Qué va, de zángana, nada. Hay momentos en los que se requiere un momento de reposo y si hay quien te dé su hombro para ayudarte con la carga, qué mejor. Me da gusto que así sea.
      Ya hoy estrené el compostero. No es como marcan los cánones, pero espero que funcione. Habrá que hallarle una tapa, porque con este frío, se va a congelar y le hará falta calorcito. A lo mejor con un cartón grande sea suficiente. Acepto sugerencias, tu que eres la creatividad andante.

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  2. Estuviste bien ocupada. Se mira muy rico el pan, Lechu. Qué bueno que nada te detuvo. Eso es motivación.

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    1. ¡Lechuga!, ya al fin le hallaste. Qué crees. Se me olvidó tu número de teléfono en Xalapa. Luego me lo mandas, por favor, en un mensajillo. Un abrazo.

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  3. A mí no me engaña, sí te llevaste a la fiera porque ese hoyo tan perfecto no lo pudo hacer nadie mas, jejejejeje

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