jueves, 8 de octubre de 2015

El otoño

El tiempo sigue su marcha y estamos ya en un nuevo ciclo, que tiene su encanto, por supuesto, aunque la vida en el exterior se reduce drásticamente. Por lo menos hay que abrigarse con bastantes prendas más para poder salir sin entumirse. Y francamente yo le saco. Pero no dejo de disfrutar lo hermoso del paisaje. Es el regalo que deja el verano antes de que muchos de los árboles queden completamente desnudos, y el entorno se vuelva ramajudo. 


La iglesia de Nes, allá lejos




Tres, el gato visitante


Los árboles guardan un poco de sol
antes de que llegue el invierno.
Así no es tan brusco el cambio.

El contraste es fascinante





















Y el otoño se estrenó aquí con mucha lluvia, o el verano se despidió así, según como lo quieran ver. Tanta, que se inundó el muelle. Hubo, en la región, mucho desastre por eso, sobre todo para los agricultores y gente que vivía en las orillas de ríos y lagos. En todos lados se cuecen habas. Para nosotros, por fortuna, no pasó de ser un espectáculo. Ya después hubo que ir al rescate del velero y luego a ayudar a limpiar la playita que quedó hecha un desastre. 
   Un día, camino a la escuela, me tocó ver desde el coche a tres vacas; iban saliendo con mucho trabajo del río, que las arrastraba, pues se había desbordado corriente arriba. Pobres. Tenían el pánico en el rostro. Pánico de vacas. Lo bueno es que habían logrado salir, aunque no supieran ni dónde estaban. Ya no supe qué fue de ellas. Los tráilerpark que suelen estar a la orilla de ríos y lagos, por supuesto que se inundaron. Mucha gente vive allí de manera permanente, no sé por qué, así que tuvieron que trasladarse, ahora sí que con todo y casa a lugares más altos. Ahorita ya están otra vez instalados.
  
Nótese hasta dónde llegó el agua

Se nota el muelle bajo el agua

Unos gansos visitantes

Ya se iban los gansos que, por cierto,
 los hay por cientos en el lago 

Y luego, como decía, hubo que ir al rescate del velero.


Apenas si se ve el remolque



Y luego a ver el resultado del desastre




Parte de los desastres

Normalmente el agua está  a unos
20 metros de donde estaba yo parada

Todo esto hubo que limpiar, cuando ya bajó el agua

Luego de juntar todo lo que llegó: paja por montones, de la que ya estaba empacada en los campos río arriba y que fue arrastrada por la corriente y llegó hasta el lago (y más allá), pedazos de cercas, palos y troncos por montones, lo juntamos e hicimos una hoguera inmensa. Tres días duró esa tarea. Nosotros sólo estuvimos un día, pero entero. Era noche de luna, justo antes del eclipse


Un descansito
.









Y luego a seguirle

La Luna, al fondo

Y hasta bailamos
:















   En la madrugada nos levantamos a ver el eclipse. No hay fotos, porque la cámara del teléfono no captaba la imagen roja de la Luna, quién sabe por qué, alguien que sepa de óptica, que nos lo explique. De manera que después de toda esa chamba y del desvelo, al día siguiente estábamos enfermos, parte porque nos debilitamos y parte porque traíamos ya un virus dentro que sólo esperaba una oportunidad, y la encontró. Ya estamos casi bien, gracias.  :-)

     Ya por último y para que no se aburran de más, añadiré unas imágenes de Kongsberg, que es una ciudad cercana a la que Erik tuvo que ir por trabajo y yo me agregué por placer.



El río

Unos patos en un remanso del río
Allá al fondo, en el centro, se ve una escultura

La escultura, ya del otro lado y de cerquita













   ¿Y el pan?, se preguntarán. ¡El pan sigue!, al menos para nosotros:

¡RECUÉEEEEEEERDENME! ;-)
Ah, no, perdón, faltaron sólo unas imágenes más, pero valen la pena (denle clic y véanlas en grande):



Un hermoso y peculiar atardecer

Cortesía de Erik


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