viernes, 16 de junio de 2017

Otras cosas

¡Hola!
Andaba yo un poco perdida en los vericuetos emocionales, que me llevaron a una larga ausencia, pero heme aquí de nuevo. Dejaré un tiempito a Paloma, que no acaba de llegar a Chihuahua, qué barbaridad, y anexaré otros textos, porque gracias a dos sucesos recientes, he recuperado un entusiasmo ido hace ya bastantes ayeres. Uno fue retomar la lectura de un libro titulado El elemento, que Álvaro mi hijo me hizo llegar hace ya un año o algo así, pero que interrumpí, por la perdida que me di, según les dije líneas arriba; hace unos días me topé con el libro, cuyo título ya no me decía nada, pero que al volver a abrir decidí empezar de atrás para adelante y eso me llevó a unas propuestas del autor -Ken Robinson- que me ayudaron a espabilarme el ánimo medio atolondrado que traía. Lo segundo fue redescubrir o recuperar el humor a través de un tal Luis Landriscina. Aquí va, cómo llegué a este despertar:

¡El humor!
¡Claro! Esto es lo mío. La comedia me hace feliz. Tanto en cine como en teatro o en  literatura; o con los cuenta chistes o cuenta cuentos, pero no los que recurren al morbo o a lo burdo. Antier descubrí  a Luis Landriscina, un argentino que cuenta historias muy graciosas y llevo dos días riéndome, aunque le escuche dos, tres o más veces el mismo cuento; pocos chistes, más bien unas historias un poco largas que terminan con un absurdo o con una confusión que lleva a la risa. Y he sido tan feliz. Me acordé de las películas de Tintán, de Woody Allen y de muchos otros filmes de directores que me resultan desconocidos o con actores que he visto, pero que me es imposible decir sus nombres, porque no los conozco, pero con los que me reí mucho; también recordé a Andrés Bustamante. Me vinieron a la memoria, después de escuchar a este hombre argentino, varias circunstancias graciosas que me han ocurrido en la vida; de cuentos que he escrito yo misma y recordé lo plena que me siento cuando me río con ello. ¡Es lo mío! ¡Es el elemento! ¡Sí! Y en algunos de esos cuentos descubrí la similitud con las narraciones de Landriscini que me dejó azorada. Pero escuchen una muestra. Ya luego les compartiré mis narraciones.

    Pero antes, quiero reiniciar con este texto:

La escribidera
Escribir no es una tarea tan difícil, como muchos afirman. Eso digo yo, claro. Yo creo que son las circunstancias las que la hacen simple o compleja. Lo digo desde el punto de vista del que era mi oficio: la enseñanza. Mi tarea cotidiana durante muchos años fue enseñar lengua: cómo usarla, en qué circunstancias, cuándo utilizar qué expresiones, y cómo lograr, con ellas, un efecto determinado en el lector potencial o en el interlocutor. Suena fácil y entretenido. Según yo, es ambas cosas, pero nunca tuve la certeza de si mis alumnos realmente descubrieron esas nuevas formas de expresión que yo creo haberles mostrado y que creo que sí incorporaron a su uso cotidiano. No sé si los sobreestimaba, pero yo siempre consideré que sí habían ampliado su dominio de la lengua después de nuestras sesiones, aunque nunca pude ni podré saberlo, porque nunca volvía a verlos, puesto que era el único curso que sobre el tema tenían, y, además, porque tampoco podía entrar en sus cabezas.
   ¿Por qué digo que son las circunstancias las que dificultan o facilitan la tarea de escribir?: es fácil, digo yo, si es un ejercicio y te dan una serie de elementos que hay que combinar, o un objetivo que tienes que cumplir. Es fácil si tienes un tema interesante para cualquiera, incluso para ti. También es sencillo si escribes para alguien a quien conoces y puedes predecir, hasta cierto punto, su reacción, o al menos tienes la certeza de que te va a leer con interés, por el solo hecho de que tienen afinidades.  Sin embargo, no siempre se cumplen esas condiciones.
   A veces uno tiene que escribir de tarea, sólo en la escuela y yo, a estas alturas, ya no llevo cursos de este tipo. El último fue hace muchos años, aunque yo ya daba clases, y nunca supe qué pensaba el instructor de mis textos, pues creo que él nunca había dado un taller como ése, en el que había que escribir tanto. Se ve que nunca pensó en lo que se estaba echando encima y, queriendo hacernos trabajar de más, él resultó más afectado que ningún otro, pues las tareas se multiplicaban por el número de alumnos (al parecer setenta o algo así). El caso es que era bastante divertido, pero en esas situaciones, si no tienes retroalimentación inmediata o, por lo menos, que tarde o temprano la tengas, entonces la labor se vuelve un poco vacía, sin sentido, aunque te hayas divertido con el ejercicio, pues si la función del taller es ver cuáles son tus aciertos y cuáles tus desaciertos, y eso no lo sabes nunca, entonces es una tarea vana. Por eso, si uno como profe va a dejar de tarea escribir algo, debe atenerse a las consecuencias y devolver los textos con, por lo menos, algún comentario por breve que sea.
   Cuando tienes un tema interesante, divertido, raro, extraño, en una palabra, atractivo, tampoco hay pierde. Sólo basta con ordenar los hechos, elegir las palabras acordes con el tono que quieres darle: grave, circunspecto, festivo, irónico, etecé, etecé, y ya lo tienes, pues el hecho en sí ya cuenta con el interés de quien te va a leer. Porque en realidad, ése es el centro del asunto: escribes para que te lean, no para esconder el texto debajo del colchón y que nunca nadie se entere de su contenido. Por lo menos seré yo misma la interesada, que ya hace dos: yo, la que escribe; yo, la que lee. Por lo tanto, si no tengo una cierta seguridad de que puede resultar atractivo lo que yo digo-escribo, entonces sí hay dificultades.
   A veces el atractivo está en el tema, pero también en cómo está dicho-escrito. Alguno de mis alumnos, por ejemplo, puede que haya tenido una buena idea para un cuento, o que su anécdota sea atractiva; pero ocurre que a veces hay una serie de carencias: en el vocabulario, la puntuación, la estructura de las oraciones, el estilo…, que se echa a perder. Y a veces, las menos, es cierto, el tema no es tan bueno, pero la manera en que está contado es tan grácil que te diviertes y lo lees con gusto.
   Un día me preguntaron si no me aburría de leer sus tareas. Y la verdad es que no, excepto, como les comenté, si son resúmenes o síntesis, pues repites prácticamente la misma lectura, tantas veces como alumnos tengas. Pero cuando cada quién escribe algo distinto, era muy entretenido y el hecho de corregir no me resultaba monótono. Además, la escritura siempre deja ver un aspecto de la persona que no suele mostrar mediante otros tipos de comunicación, de modo que llegaba a conocer a los estudiantes desde otra perspectiva y por eso era interesante,  no sólo divertido.
   Para mí hay un factor del que no he hecho mención: el deseo de hacerlo, pero que me determina absolutamente. Y no sé qué es exactamente lo que me mueve a ello, pues sé que en un momento dado puedo contar con la atención de un grupo de lectores; sé que un tema puede resultar interesante y que, llegado el caso, si no lo es tanto, sí sabría cómo sacarle provecho. Pero si no tengo ese deseo que me inspira no sé qué, pero sí sé quién, aunque no sé por qué, entonces nada funciona. Y puedo tener tiempo disponible y todos los demás ingredientes, pero si esa “presencia” no me impele, no porque lo haga de manera evidente ni porque esté a mi lado pinchándome con un tridente para que lo haga, sino porque ejerce en mí una magia que ni esa presencia ni yo sabemos cómo trabaja, opera, funciona, actúa, pero que sin duda tiene un efecto real.
   Esa figura, ese hado, tras muchos ires y venires; tras algunos años de encuentros y desencuentros de pronto está otra vez ejerciendo su benéfica tarea y me impele, de nueva cuenta, a escribir. Quizá no entiendan la importancia que para mí tiene. Quizá les parezca cursi. Pero yo estoy muy contenta de tomar de nuevo el teclado, de dejar volar las palabras y verlas aparecer poco a poco llenando de oscuro la clara superficie donde escribo. Cantemos, lectores, un “aleluya”. Todos, vamos, a una sola voz, que se escuche… 😂 😃 😉

    
   Aquí, la liga para que conozcan a Landriscina. Como es argentino, usa su variante, pero no es difícil entenderlo. Espero que lo disfruten:

https://www.youtube.com/watch?v=SOIMbf6aars&t=11s 





2 comentarios:

  1. Pues qué gusto y qué privilegio ser de tus lectoras 😊 Me encanta que te rías, me encanta que te brillen esos ojazos azules y me encanta reírme contigo. Abrazos tropicales.

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