Cambios
Navegamos todos en el mismo
barco, es decir, el país y, en consecuencia, como sea la navegación será
nuestra suerte, pues si enfrentamos tormentas y vientos tremendos, será
necesario tener una participación activa para no zozobrar. Eso creo yo.
Al haber participado con mi voto por un cambio, incluso desde esta
lejanía, lo hice con la esperanza, una vez más, de que fuéramos tantos que no
hubiera posibilidad de fraude y así fue. Creo que la alegría que sentimos
cuando los resultados se fueron conociendo, y ahora que tomó posesión López
Obrador, se debe a que esa esperanza que casi creíamos perdida se cumplió. Pero
también creo que hay un cierto temor de que no dejen cuajar estos cambios, de
que incluso quienes votaron por esto renieguen por tener que renunciar –tal vez-
a ciertos privilegios para que quienes no han tenido ninguno gocen de algún
bienestar o de expectativas positivas para su vida: mujeres, hombres, niños,
jóvenes y gente mayor; porque no hay peor sensación en la vida –en mi opinión-
que no tener una esperanza a futuro, ninguna posibilidad de llevar alguna actividad que vaya más allá
de sobrevivir y carecer de estímulos para querer vivir, carecer de propósitos concretos hacia los cuales dirigir la energía, las acciones, el respirar, el despertar cada mañana.
Esta esperanza que tenemos muchos mexicanos
tiene que durarnos y para ello es necesario estar activos, desenmañarnos, es
decir, quitarnos muchas mañas nosotros mismos, crecer como ciudadanos, no necesitar de coerciones ni amenazas de
alguna autoridad para cambiar como país, cumpliendo con normas de convivencia,
que incluyen el respeto por personas, animales y entorno. Tal vez es seguir
soñando, pero también era soñar que sin mediar la violencia hubiera un cambio
en el gobierno, el cual, considero, sólo debe ser un buen administrador y no un padre que
tenga que decirnos “no hagas esto o aquello”. Quienes votamos somos mayores de
edad y está en nuestras manos mostrar a los menores, con una conducta positiva
y entusiasta, que es posible vivir mejor y sin miedo y que no crezcan con la
idea de que “me vale” sea la conducta que rija sus vidas. No nos debe “valer”,
digo yo, porque entonces ya valimos.
Aquí, la imagen de regalo:
Los narcisos que en mayo brotan cada año |
La esperanza muero a lo último. Abrazos
ResponderEliminarMe gusta!
ResponderEliminarLa esperanza, para mí, es el primer impulso para poder actuar.
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