domingo, 7 de febrero de 2016

El invierno

Pues nada, que no hay escapatoria y el invierno llegó. Es interesante la experiencia, aunque por momentos me ha resultado difícil, sobre todo los días tan cortos y el poco sol que hay en estos meses. En realidad, desde el otoño. Pero sin duda también tiene su lado espectacular y pronto lo verán en las imágenes. 
     Para quienes han nacido en estas latitudes y lo tienen en los genes, el frío simplemente es así y lo viven: unos permanecen afuera -los menos, es cierto- y siguen con la bicicleta o trotando o caminando y, por supuesto, sacando a pasear a sus perros o a sus bebés en la carreola; todos con su ropa adecuada de abrigo, tampoco es que salgan en camiseta, sino que se cubren como es debido. Y yo no me quedo atrás... en cuanto a cubrirme. Lo de seguir como si nada al aire libre, sólo con moderación y confieso que debo vencer mi miedo con anticipación y planearlo un día antes, porque decir así nada más "voy a dar la vuelta" con temperaturas varios grados abajo de cero, de eso nada, como dice la canción.
     Otros viven su vida a cobijo, bajo techo, de manera que los gimnasios están bastante concurridos, así como la alberca que conozco (no sé las otras; sé de dos, al menos, en poblaciones cercanas, porque no son pueblos, pero tampoco ciudades; núcleos urbanos, pues). Esa dicha alberca funciona toda la semana: los lunes no se admiten niños, así se puede descansar de que anden echándose del trampolín y uno tratando de nadar; la afluencia es bastante y entonces hay que compartir carril, por lo que sale un poco junto con pegado; ese día funciona por la noche, de 7 a 10, y a todas horas hay demanda, no crean que porque son las nueve ya no hay gente, siguen llegando. Los miércoles se puede ir desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche; también he probado esta opción: en la mañanita es muy agradable, aunque me toma un poco de carrera, porque es día de escuela, pero qué rico nadar otra vez tempranito; en la tarde hay muchos niños y pues... no diré nada más. Los demás días entre semana el horario es de 5 a 9; a las 5, mucho chamaco y... sin comentarios. Sábados, domingos y días festivos (excepto los muuy festivos como navidad y año nuevo, porque cierran) es de 1 a 5: familias enteras. Neuróticos como yo, abstenerse.
     Yo vivo el invierno entre el infierno y la gloria: días me siento contenta y ver el paisaje blanco me estimula; otros, cuando a las cuatro (ahorita ya a las cinco) se hizo de noche -pero de veras de noche- se me cae el ánimo al suelo, así que me obligo a hacer algo que requiera de mucha atención para no estar pensando en eso hasta que finalmente se llega la hora del sueño; de no ser así, cuando ya se oscureció siento que ya es hora de dormir, pero veo la hora y casi chillo (llorona que soy). Por lo tanto, me pongo a estudiar, a leer, a tejer, a escribir no, lo admito; a ver películas o la televisión o el tal FB, al que, por desgracias, cada vez le dedico más tiempo, en lugar de estar escribiendo aquí o viendo a ver qué hace Paloma o dibujando. Coser, no, de plano, eso sólo de día y lo tengo que tener muy planeado porque la luz del día dura poco. Del sol mejor no hablo, sólo diré que hoy lo vi unos minutos y que cuando sale es todo un regocijo y hay que aprovechar para que le dé a uno aunque sea tantito, asolear aunque sea la cara por aquello de la vitamina D, que según leí, no se fija si se toma el sol detrás de los vidrios (y menos si son tres, como aquí en la casa).
     El caso es que cuando soy capaz de salir no obstante la temperatura exterior, caminar, tomar el camión y hacer lo que sea menester o en su defecto inventarlo, me siento contenta, satisfecha, todo un triunfo, lo cual no quiere decir que lo haga todos los días y sí, en cambio, muchas veces de plano le saco.
     A esquiar no he ido. Le temo un poco, por mis rodillas (sí fui después de que empecé a escribir esta nota: un fracaso, me caí de sentón después de 10 metros y no quise ya saber nada, pues me ha tomado tiempo recuperarme de ese duro golpe en el cuerpo y en el amor propio); pero salí a jugar un ratito con la nieve. Bien forrada, como pueden apreciar. Y abajo traía mi megasuéter. Por cierto, ese abrigo lo compramos en una venta de garage por sólo 70 coronas, es decir, como 150 pesos, una ganga. Y lo mejor es que aísla muy bien.

En sus marcas, listos...

¡Fuera!

¡Gané! :-) Erik no quiso echarse, le daba pena. Y
entonces lo empujé, pero cayó de espaldas. Sin problema,
porque la nieve estaba suave
Y es que apenas ha caído más nieve, ya en forma, diría yo. Al principio, un día nevaba, al día siguiente, subía la temperatura y la nieve se volvía agua y todo otra vez verde; eso sí, el frío calaba. Creo que después de una cierta temperatura por abajo de cero, el frío es igual: helado, ya no encuentro diferencia entre -3 y -11. Bueno, sí, pero de todos modos hay que abrigarse casi igual. Lo que varía es la última prenda.
Ese mismo día, afuera de la ventana de la cocina

Erik hizo el cuerpo, yo nada más le añadí ojos, boca y brazos.
 
      Y claro que ha ido en aumento: el lago está cada vez más blanco; los patos y demás aves acuáticas que lo pueblan se han visto desplazadas de su zona de refugio y andan merodeando por acá, aunque también se les va reduciendo cada vez más el espacio: más frío, más hielo, menos agua. A ver hasta dónde llega esto.

Ya empezaba a congelarse un poco más



El hielo va creciendo


Aquí ya hasta ni se alcanza a ver dónde termina

Todo blanco

Y eran las 12 del día.

Caminando sobre el lago congelado. ¡Increíble! Ese pantalón es
el preciso para estas temperaturas. Se pone sobre el pantalón de vestir
 (y debajo la  ropa interior de lana larga); lo mismo en el cuerpo: camiseta,
camiseta de manga larga de lana, playera de lana, chamarrita y chamarrón encima.

Todo blanquísimo. Hermoso, ¿verdad?
     Por cierto, casi ya tengo un año en estas tierras cerca de aquí y lejos de allá. Por un lado he sentido muy veloz ese transcurso y por otro... ha sido difícil. Mucha gente me dice: disfruta, mira qué bonito, qué experiencia, quién fuera tú; y sin duda es así, pero me ha costado muuuucho trabajo. Los extraño, queridos lectores, porque podía verlos, visitarlos, platicar reírnos, venderles pan, compartir desayunos, comidas y cenas, chupitos incluidos. Ahora sólo imagino que me leen.
     Para terminar, aquí van más imágenes.


Los cuervos, disfrutando el frío

Por eso están gorditos, para soportar el friazo.
Pero yo los veo desde la barrera, je, je

Qué bonitos se ven. Seguro que siendo cuervo
se disfrutan esos días, y en la chorcha, más :-)



Luego empezó a subir la temperatura
y de inmediato se empezó a derretir el hielo

Cada día menos hielo. El fenómeno inverso

Patos, gansos y cisnes tomando el sol en la playa de hielo

Un día de sol y cada vez menos hielo

¿Cuál mono? Y fue sólo como una semana de diferencia










Un cisne amigable (y hambriento) en ese día de sol

El cisne y yo. Menos frío, pero hay que forrarse

Como no le di nada, decidió irse

Aquí se nota el grosor del hielo. Y eso que ya se derretía

Otro ángulo

Y el cisne persistía


La última del cisne. Pero Erik tomó como quince.




Afuera de la escuela. Fueron días de mucho frío
Med en kamerat fra skolen. Hun heter Lady Jane
(Con una compañera de la escuela. Se llama L.J.)

Andre kameraten. Hun heter Aye
(Otra compañera. Se llama Aye)

El amanecer del lunes pasado, desde la casa

Ese mismo lunes, ya en la escuela (unos quince minutos después
de que tomé la foto anterior)

Y tantán. Bueno, no para el invierno, todavía le cuelga...

9 comentarios:

  1. Hola, querida Paty.
    Y yo quejándome, del frio. Aquí lo que cala es la humedad, pero nada que ver con los -3 y ni siquiera me imagino los -11 Brrrrr..!
    Si, ya un año. Recuerdo tus últimos días aquí en Xalapa, tuve el privilegio de tomar un café contigo y Laura. Tuve la fortuna de conocerte, a un mes de tu partida a esas tierras Nórdicas, es una pena porque no supe antes para aprender del arte de la panadería, pero gracias a tu amistad he podido conocer como se vive en esas tierras lejanas. Muchas gracias por compartir, las fotos están hermosas, te abraza, Alba.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Alba. También fue un gusto para mí y lamenté no haber iniciado con más anticipación los talleres, que fueron tan enriquecedores. Pero lo que pasó voló. Muchas gracias por haber seguido en contacto y mantener esta incipiente amistad. Un abrazo y ojalá nos veamos algún día, ya sea por acá o por allá :-) Saludos a Laura.

      Eliminar
  2. Paty preciosa, entiendo que con ese frío se ha de congelar el ánimo y honestamente no creó que a mi me dieran ganas de "dar la vuelta" a -11, acá el peor día estuvimos a 2° por la mañana y 3° el resto y daban ganas de detener el tiempo.
    Pero... Nunca he visto nieve como para jugar a los muñecos,ni ríos congelados, ni esos paisajes blancos y bellos de tus fotos.
    Ánimo, ya está terminando y supongo que el primer año es el peor.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, supongo que el primero será el más difícil. Ahí voy. A veces me siento ruca para esta aventuras, pero a veces me digo: ¡qué bueno que tienes aventuras! Emociones encontradas todo un año. Agotador. Gracias.

      Eliminar
  3. Paty preciosa, entiendo que con ese frío se ha de congelar el ánimo y honestamente no creó que a mi me dieran ganas de "dar la vuelta" a -11, acá el peor día estuvimos a 2° por la mañana y 3° el resto y daban ganas de detener el tiempo.
    Pero... Nunca he visto nieve como para jugar a los muñecos,ni ríos congelados, ni esos paisajes blancos y bellos de tus fotos.
    Ánimo, ya está terminando y supongo que el primer año es el peor.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Magnífica idea. Compartir tus experiencias en lares tan alejados de nuestro aún trópico maravilloso. ¡Bien hecho! ¡
    Y fotos, muchas fotos!

    ResponderEliminar
  5. Respuestas
    1. Estuvo una temporada bajo la nieve y el hielo y por el momento está en reposo. Ya se los enseñaré cuando volvamos a la labor :-)

      Eliminar